sábado, 10 de junio de 2017

Volvemos a vivir...


Sabéis que os leo, que os sigo, que si alguien necesita mi calor le tiene... Ha pasado mucho tiempo desde mi última entrada, quizá no tenía nada que decir, o quizá es que lo que tenía que decir me parecía irrelevante al lado de vuestras historias. A veces creo que sois vosotros los que deberíais plasmar lo que sentís aquí, en este blog que no pretende sino ser un altavoz de vivencias, de dudas, de miedos, de alegrías... de mostrar lo que ocurre, lo que pasa por nuestras cabezas para sentir que no sólo nos ocurre a nosotros, sino que ahí fuera, cerca o lejos, detrás de una pantalla, alguien nos lee y se siente arropado, identificado... y comienza a no sentirse tan sólo, tan raro, tan distinto.

He avanzado mucho en este capítulo de mi vida, atrás quedó esa angustia que también me oprimía el pecho además de hacerlo la enfermedad con esos dolores punzantes. Suena extraño. Aún siento que me queda grande la palabra enfermedad, miro ahí fuera y sé que nunca he estado tan mal como lo están muchas otras personas, así que me cuesta calificarlo de enfermedad en mi caso. 

Os leo y pienso en lo valientes que sois, en aquellos que lo vivís en primera persona, en los que lo hacéis desde el otro lado, mientras os rompéis por dentro sin que se note. La vida esta hecha de muchos trocitos de vida, de historias, y esto sólo tiene que ser uno de esos pedacitos, tiene que serlo, tiene que dar lugar a cosas buenas.

Si os soy sincera me encuentro en tierra de nadie, supongo que aún no he terminado de realizar el proceso de volver a ser yo, de volver a lo que para otros no es más que algo normal. Quizá me encerré un poco en mi misma para hacerme más fuerte y no hizo sino hacerme más vulnerable, o quizá no ocurriera eso, quizá sí me hice más fuerte, quizá sólo ocurra que he normalizado circunstancias que no debería haber hecho. Cuesta desandar el camino que te he ayudado a llegar donde estas hoy. Sea como fuere ese camino recorrido ha sido muy grande, pese a que queden aún pasos que dar, que sin duda daremos. 

sábado, 5 de noviembre de 2016

Las palabras que callamos


He pensado mucho sobre esta nueva etapa que me ha tocado vivir, sé que a veces demasiado... Pero no lo puedo evitar. No solo he pensado en mi, lo he hecho en aquellos que pasan algo similar... Porque yo no estoy en su piel ni ellos en la mía. Solo sé que es duro escuchar hablar a alguno de vosotros... Y aún más porque las palabras que plasmáis, los sentimientos que transmitís esconden tantas y tantas cosas... Y si nos escondéis esos miedos a nosotros, que vivimos cosas similares... ¿Qué no escondéis a los que os rodean?
Hay muchas cosas que callamos, que escondemos... algunas para no preocupar a los que nos rodean, esos que nos miran esperando que sonriamos siempre, esos que luchan la misma batalla que nosotros aunque en otro sentido, y dan saltos en su interior con las pequeñas victorias que conseguimos. Y otras veces porque ni nosotros mismos somos capaces de explicar qué nos ocurre... Hace poco alguien me dijo "Estoy mejor que hace meses pero peor que hace años". No pudo expresarlo mejor. Porque es esa la sensación... que algo ha cambiado, y eso que cambió quizá nunca vuelva... quizá debemos aprender a vivir así, a vivir haciendo también un trabajo psicológico. Aprender a enfrentarnos a esto, a los demás y a nosotros mismos. Aprender a decir que tenemos miedo, porque es normal. Después de todo lo pasado... ¿Quién no lo tendría? Hemos sido fuertes, valientes... y a veces se nos olvida, a veces olvidamos dónde estábamos y dónde estamos ahora.
Otros también callamos porque sabemos que no nos entienden, porque no ven dónde esta el problema, el por qué de tanto revuelo, y lo dejamos pasar, preferimos dejar de explicar, que la conversación se quede en la superficie... Porque si quieres hablar de mi vida, de mi lucha interior... Te presto mis zapatos... Yo seguiré caminando, aunque sea sin ellos... Ven. 

lunes, 26 de septiembre de 2016

Sentirse extraña


El problema soy yo, lo sé. No se si totalmente o en parte. El problema son las lágrimas que ahogo y nunca salen a la luz, las palabras que no pronuncio y que me queman dentro, las dudas, la incertidumbre, la soledad que me ha envuelto las ganas de reír a carcajadas. Y el problema es no valorar esos pequeños pasos que quizá sean más grandes de lo que creo. Sentarme contigo a desayunar. ¿Hace cuanto no lo hacíamos? ¿Hace cuanto el miedo y la angustia no me permite comer contigo? Volvimos a sentarnos, sin casi pronunciar palabra, con mucho tiempo para un desayuno que debía durar 3 minutos en otros tiempos ahora lejanos. Pero volvíamos a estar juntos. Pero no es suficiente, necesito dejar de sentir que soy la chica "rara" que sólo come cuatro alimentos siendo la mayoría de ellos en purés. Pero quizá el problema no es que los demás me vean distinta, rara... Porque... ¿Qué es ser rara? ¿Quien marca las directrices? El problema está en que yo me veo así... y más aún cuando "mi rareza" no existe. ¿Es que acaso está solo en mi cabeza?

Ya nada está bien, el tiempo ha hecho que la vuelta a la normalidad cueste aún más. Diagnóstico: Esofagitis eosinofílica... ¿Tú lo habías oído? Porque yo antes de todo esto jamás lo escuche. Y cuando me habitué a que era eso lo que me ocurría resulta que no... que es ERGE al responder a altas dosis de omeprazol... y me pregunto ¿Están en lo cierto? Y sobre todo me pregunto aún más... ¿Qué habría pasado si en vez de dejar meses y meses pasar el tiempo entre consulta y consulta, pruebas de alergia, corticoides, cambio de protectores... ¿Hubiéramos empezado así? ¿Habría llegado a tener este miedo? Creo que no, que no se habría enquistado en mí. Hay gente que dirá que es una prueba para ver mi fuerza, mi valentía... yo digo que puede ser, pero que también es una "mierda" y perdón por la palabra. ¿Pero sabes qué? Que ni tú ni yo nos vamos a rendir, sea lo que sea que nos pase, a nivel físico, emocional o ambos. Tú y yo no nos bajamos en esta parada, porque continuamos. Porque todo depende de cómo nos enfrentemos a lo que nos pasa porque depende de nosotros. Toma la mano de alguien que quiera pelear en esta vida junto a ti y sigamos. ¿Me prestas la tuya?



sábado, 17 de septiembre de 2016

¿Dónde estoy hoy?


Creo que me he perdido a mi misma, a la chica que era antes de todo esto, aunque a veces veo destellos de lo que fui, pinceladas, veo sonrisas, han vuelto... hace meses no había ninguna, se esfumaron, ¿Sabes lo triste que es? Claro que lo sabes...Sin embargo ahora han vuelto, he vuelto a saltar en la playa, a comer una cucharada de helado y a besar mucho. Supongo que ando a medio camino entre lo que era hace dos años y lo que llegué a ser hace uno, y en ese camino a veces me difumino, me pierdo y no me encuentro, o quizá ya no quiera encontrarme. Quizá me he mal acostumbrado a que las cosas sean como han llegado a ser y he normalizado una situación que nada tiene de normal. ¿Sabes que sigo comiendo sola? ¿Que aun muchas veces como de pie yendo de un lado a otro? Pero... ¿sabes otra cosa? He conseguido desayunar con él, sin a penas hablar, sin apenas mirarnos... pero he tratado de regalarle ese momento, de regalárnoslo a nosotros. creo que nos lo merecemos. A veces me pregunto si algún día saldrá natural, si dejaré de esforzarme en ello y saldrá mecánicamente, como algo no planeado. Ya no hablo de ello, no digo nada y no quiero que me pregunten, porque no sé qué contestar, no sé como estoy, no sé como debería estar, y entre tanta pregunta y duda vuelvo a perderme a mi misma. Supongo que debo echar la vista atrás, y no preguntarme dónde estoy hoy, sino dónde estaba hace unos meses... ¿Y tú? ¿Dónde estabas hace meses? ¿Estas en el mismo punto? ¿Te has movido?¿Te has sentado en mitad del camino y te niegas a seguir? No lo hagas, continúa, no lo hagas por nadie, sólo hazlo por ti, porque mereces cosas buenas que están por venir- Lo sé, cuesta, pesa, asfixia, ahoga, duele... ¿Pero te queda otra opción?


jueves, 9 de junio de 2016

Llorar con una sonrisa


Cuando todo esto comenzó pensé que había descendido a lo más profundo del mundo, a un sitio desconocido, porque lo peor fue no saber, perderme y no encontrarme, vagar sin saber hacia donde. Después me di cuenta que lo peor no era eso, lo peor es deambular prácticamente sola, sin manos amigas que te ayudan a hacerlo más fácil. No me entiendas mal, sabes que no hablo de ti, tú que tirabas de mi mano para no caer, haciendo que mis pies quedaran colgados en el vacío pero sabiendo que no me dejarías caer. Hundirme en tu pecho, esconderme del mundo, sin tener siquiera la tranquilidad de permanecer en aquél lugar en el que antes se detenía el tiempo. Abajo se encontraban otras personas que sé que me hubieran sujetado de haber caído al vacío. Pero me negué, con luces y sombras, con llantos y sonrisas, seguí, avancé y debes creerme, fue difícil, porque la angustia y la desesperación se apoderó de mi, la rabia y la impotencia me dominaron. Pero la vida sigue y tu sigues con ella... No se detiene para ti, para esperarte. Debes mirar en otros ojos para ver que fuiste valiente, que lo sigues siendo, y que lo serás. 

En este tiempo he conocido  historias distintas, con diferentes protagonistas y vivencias duras, mucho. Personas que siguen sonriendo en la peor de sus batallas, que te tienden la mano para sujetarte cuando ellas hacen malabarismos para no caer. Vivmos una misma historia pero tan diferente en realidad, con elementos comunes pero que no se parecen en absoluto. El otro día alguien me dijo que lo peor de todo es cuando un médico te dice "no sabemos como seguir" No imagino ese momento en el que el corazón se debe encoger, en el que algo se rompe por dentro, en el que te gustaría poder hundirte, pero ni eso puedes hacer, porque ni siquiera es tu vida, es la suya. Y lo darías todo porque sí que fuera la tuya, con esas sombras y esas luces, pero tuya.



sábado, 4 de junio de 2016

Las piezas de la vida


¿Te has fijado en ese instante? Hay un momento en el que esas piezas desordenadas de tu vida por fin empiezan a encajar, unas con otras, sin forzarlas, porque cada una es la continuación de la otra, y sencillamente se complementan, formando lo que en realidad siempre había estado ahí, pero sobre lo que no te habías fijado. Son esas pequeñas cosas, esos pequeños instantes los que conforman ese todo, y ese todo no es más que la vida. 

Mi puzle cayó al suelo. No sabía dónde habían caído esas piezas por más que las buscara por cada rincón... pero no sólo eso, es que aquellas que había conseguido encontrar no había forma humana de unirlas para que encajaran. Por más que les daba una y otra vuelta, que las hiciera girar... era imposible. No encajaban. Desesperación, angustia, impotencia.

Y un día encajaron, sin más. Se unieron. Conseguí que la desesperación no dominara mis días, que me diera un poco de tregua... que me permitiera vivir...  que me dejara volver a ser un poco "yo". Otras no llegaron a encajar, creo que quizá nunca lo harán. Seguramente son piezas viejas de otro de los rompecabezas que en algún momento del pasado estuvieron completos, cuyas piezas daban sentido las unas a las otras. Si echo la vista atrás puedo verlas... pero he pensado que voy a mirar hacia delante...


miércoles, 27 de abril de 2016

Los problemas, mejor fuera


Cuando tienes un problema, sea el diagnóstico de una nueva enfermedad que ha puesto tu vida patas arriba o cualquier otra cosa que te inquiete, y que te haga desear que llegue un nuevo día, debes hablar de ello. Sacarlo fuera. Dentro se enquista, se hace más fuerte, más poderoso, si lo sacas se va dividiendo en pequeñas partes que hace que sea más fácil de sobrellevar, de vivir con ello, o de cargar con ello. Según la visión de cada uno. No te lo guardes dentro porque sin darte cuenta estas haciendo esa bola de nieve más y más grande, con preguntas que al menos hoy, no tienen ninguna respuesta, con pensamientos que no llevan a ninguna parte. Y en mi caso, para variar, esos pensamientos no eran buenos. Mucho tiempo lidiando en mi vida con la negatividad, con el deseo de tener todo controlado, de saber lo que iba a pasar porque todo seguía un plan establecido. ¿Y ahora? Ahora todo se había ido al traste porque yo no podía controlar absolutamente nada. Quería saber y ni si quiera sabía qué tenía que preguntar. Quería conocer y me daban miedo las respuestas. Y estaba pensando en lo que pasaría cuando desconocía lo que me depararía la vida no ya en un mes, sino mañana mismo. Pero había sacado la mayor parte fuera de mí, y había conseguido hacerla más pequeña, porque la había visto desde la distancia de otros ojos, porque habían pronunciado las palabras que yo necesitaba a preguntas que ni siquiera me había atrevido a formular.